sábado, 20 de agosto de 2011

Otro modo de tomar un capuchino. El estilo invertido

La inspiración muchas veces nos llega en los lugares y momentos menos pensados, en lo particular y para esta preparación, el toque de la musa me llegó justo después de haber dejado a mis hijos en la escuela y estaba batallando con el tránsito mañanero. Pensé "por que no tomar un capuchino, en donde la espuma en vez de que sea de leche,sea de café" y de ahí empezó todo el diseño de la bebida. 

El primer dilema con el que me enfrenté fue como hacer que el café se volviera una espuma, para empezar, sabemos que la leche es una solución coloidal en la que se encuentran disueltas distintas sustancias, por ejemplo, proteínas, grasas etc. y gracias a esto se puede formar espuma en la leche cuando es agitada.  Partiendo de esta base, el café tenía que ser dotado de una estructura similar.

¿Qué hice? Puse café en polvo en agua fría y en cuanto estuvo disuelto, agregué un sobre de grenetina natural a la mezcla y estuve removiendo hasta que se integrará; en este momento dejé el café reposar unos cinco minutos para que la grenetina se hidratara (esto se nota cuando se empiezan a formar pequeños grumos) y entonces, a fuego muy bajo, se vuelve a remover para que estos grumos se disuelvan y quede una solución homogénea (¡ojo! no debe hervir) en cuanto esta todo integrado, se quita del fuego y se deja aparte.



Segundo problema, si sólo preparaba el café con grenetina, eventualmente se iba a solidificar y volverse gelatina, por lo que había buscar algo que me permitiera obtener la espuma que yo deseaba y evitara que la mezcla se solidificara en unos cuanto minutos. La solución fue sencilla... agregar huevo batido a punto de turrón 

Como sólo quería preparar un capuchino (¡hay que cuidar 
el costo y como todavía mi árbol de dinero no florece, pues con más razón!), tomé un sólo huevo, separé la clara de la yema, con cuidado, la batí hasta punto de turrón y en cuanto estuvo lista, comencé con la fase final de esta preparación.


Calenté leche a fuego bajo y en el momento en que soltó el primero hervor, retire de la estufa y dejé que enfriara (al ser un a preparación con huevo, es importante cuidar la temperatura para evitar que se cocine y coagule). El paso siguiente fue mezclar la solución de café/grenetina (si no recuerdan cuál, regresen unos cuantos párrafos) y las yemas a punto de turrón y como a mí me gusta el café para señores (a si le dice mi suegra al café muy cargado) agregué dos cucharadas de café el polvo; batí a velocidad media hasta que se integrarán perfectamente y ¡oh sorpresa! cuál truco de magia, la tan esperada espuma literalmente "surgió" del recipiente.



Como último paso y para el montaje final (¿será correcto aplicar este término? ya que se trata de una bebida y no un platillo, pero en fin...) en un vaso transparente coloqué la espuma de café y luego vertí la leche caliente, y tal como me lo había imaginado ¡el capuchino se invirtió! es decir, la parte blanca quedó por abajo y quedó coronado por la espuma del café, ¡me emocioné tanto que le comencé a gritar a mi mujer para que viniera a verlo!





Fue otra experiencia probarlo de esta manera, al primer sorbo primero se siente el café pero al irse mezclando con la leche al momento de tomarse; de inmediato surge el sabor del capuchino. Y aclaro, la leche, no sabe a leche (aunque a simple vista parezca que no se mezclaron) sabe a capuchino, y es que cuando ésta se vierte caliente sobre la espuma, la disuelve y se saboriza con el café, aunque de aspecto siga de color blanco. ¡Definitivamente un hit! 

Y para terminar, el café capuchino toma su nombre del color del hábito de los monjes capuchinos y según la leyenda, los vieneses después de una batalla contra los turcos, prepararon café usando los sacos abandonados por éstos y para suavizar su fuerte sabor, añadieron crema y miel, obteniendo un color similar al del hábito de los capuchinos. 










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